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Todo Comienza con un Disparo - Cap. 2

Un gato negro comenzó a escarbar en la basura frente a él, rasgando bolsas con sus garras afiladas. Otro gato apareció, caminando con lentitud, acercándosele. Flaco, roñoso, tenía una oreja menos y muchas heridas de peleas callejeras. Ambos felinos se miraron, comenzando a bufar con fuerza. Uno de los dos le dio con sus garras y comenzaron a pelear. Changmin aclaró con fuerza su garganta, llamando la atención de ambos animales. Al verlo ambos corrieron lejos, huyendo. Changmin suspiró.

- Aquí estás, Shim Changmin... - rió, hablándose a sí mismo con una voz tan rasposa que ni él mismo se reconoció. Inclinó su cabeza hacia atrás y suspiró una vez más.

La sangre de sus heridas comenzaba a secarse, causando una sensación tirante. Sentía escozor a causa de la cicatrización. Le dificultaba mover los labios. Uno de sus ojos continuaba hinchado y morado. Recordó algo de pronto y rió.

- Qué miserable...

El suelo húmedo mojaba su pantalón sucio. Estiró su mano derecha, la que aún mantenía el arma. Sonrió al verla ahí, tan negra y brillante, cubierta de esa brillante y roja sangre ajena.

- Has tocado fondo... - rió, llevando la otra mano a su cabeza, jalando su cabello con fuerza, entrando en un estado de completa desesperación.

Había tocado fondo.

--


Frotaba su cuerpo sin cuidado con una gruesa esponja que raspaba su piel con fuerza. El agua caía sobre su cuerpo desnudo. No dejaba de raspar y raspar. Su piel enrojecida ardía. Gruñó con fuerza, enrabiado. Siguió raspando. Golpearon a la puerta de pronto y un montón de gritos llenaron sus oídos, perdiéndose entre el sonido del agua corriendo.

- ¡ABRE LA PUERTA DE UNA MALDITA VEZ! - gritó su padre sin dejar de golpear - ¡LLEVAS UNA HORA AHÍ!

Tuvo que cerrar la llave y salir de la ducha cuando los gritos continuaron. Se envolvió con una bata y salió del baño, ignorando a su padre, sintiendo su cuerpo aún sucio.

Se metió a su habitación y se miró al espejo. Gruñó al verse. Su piel se veía sucia. Por más que se lavara seguía sintiéndose sucio. Había pasado ya medio año desde que había comenzado a acostarse con ese hombre para conseguir dinero para su familia. Realmente se avergonzaba de hacerlo. Cada toque le hacía sentir sucio. Era como si sus manos lo ensuciaran permanentemente. Ahora se sentía mal al saludar gente, al abrazar a sus hermanas… Sentía que cualquier contacto las contaminaba como él lo estaba. Y él no quería eso. Y desde que había comenzado a acostarse con el hombre había agarrado esa costumbre. Se bañaba a cada momento con agua fría y raspaba su piel una y otra vez con una esponja áspera, intentando sacarse la suciedad que según él lo cubría. Su padre sólo decía que repentinamente se había vuelto loco igual que su madre. Su madre… No decía nada, como siempre. Sólo lloraba, pues es lo único que sabía hacer.

Se vistió con unos pantalones gastados y una camiseta. Abrió su cajón. De él sacó una caja, en la cual escondía el dinero que ganaba. Apretó sus labios al comprobar que ya casi no quedaba. La última vez que se había acostado con su jefe había sido hace dos semanas y media. Intentaba racionar el dinero lo más posible para no tener que recurrir muy seguido a él. Pero ya no quedaba. Esta noche tendría que ir a verlo una vez más.

- Saldré un rato. Vuelvo más tarde – le dijo a sus hermanas dándole lo último que le quedaba de dinero, a escondidas. Esta lo escondió al instante.
- ¿Dónde vas? – preguntó preocupada. Cada vez que Changmin salía volvía muy tarde a casa. Changmin le habló bajito.
- No te preocupes, sólo voy a uno de mis trabajos – le sonrió y se le acercó para hablarle al oído – Ve a casa de tus amigas hasta que yo llegue, no te quedes en casa con papá. Volveré pronto – le besó la cabeza. La hermana asintió.
- Ten cuidado.

Changmin se despidió con la mano y caminó sigilosamente hasta la puerta. La abrió con cuidado, pero cuando estuvo a punto de salir un grito le hizo saltar del susto.

- ¿Dónde crees que vas?

Era su padre. Changmin maldijo para sí mismo, pues tendría que lidiar con él. Se giró y le dio una mirada seria.

- Voy a trabajar para conseguir dinero – dijo serio. El hombre le dio una mirada furiosa por esa indirecta.
- ¿En qué cosas andas, pequeño mentiroso? Es imposible que consigas tanto dinero trabajando tan poco.
- Tengo más de un trabajo, ahora si me disculpas.

Pasó por su lado y sin más salió de la casa, preocupado por sus hermanas. Esperaba que le obedecieran y se fueran de la casa por la tarde. Le atemorizaba que su padre comenzara a beber y le diera un ataque de locura.

Esa vez hacía medio año tras la horrible violación que había sufrido por ese hombre, había terminado acostándose una vez más con él para conseguir dinero. Y habían llegado a un acuerdo: Changmin iría con él cuando se le apeteciera, no cuando el hombre lo pidiera. Debía seguir pagándole lo mismo y, lógicamente, impuso unas cuantas reglas.

No podía insultarlo, golpearlo, hacérselo a la fuerza u obligarlo a cualquier cosa asquerosa que se le ocurriera. Siempre debía usar preservativo, de lo contrario no lo haría con él. No podía fotografiarlo o grabarlo ni mucho menos hablar sobre su relación. También le había prohibido manosearlo demasiado. Changmin sólo debía darle el placer, él no estaba interesado en excitarse o algo así (pues de todos modos, el hombre causaba en él cualquier cosa menos excitación).

Y por lo menos hasta ahora el desgraciado había obedecido las reglas.

Llegó al barrio sucio donde vivía ese hombre. Miró a todos lados, cuidando que nadie lo viera. Se puso el gorro de la sudadera durante todo el camino por si acaso, no quería que alguien lo viera y circularan rumores. No por él, sino por sus hermanas. Llegó a la puerta y golpeó varias veces. La puerta se abrió, pero el hombre sin siquiera recibirlo se devolvió a su habitación. Changmin miró extrañado, y tras colgar su sudadera en el colgador junto a la puerta fue hasta la habitación.

El hombre miraba fijamente la pantalla, con una sonrisa lasciva en sus labios y un brillo lujurioso en sus ojos. Changmin frunció el ceño.

- ¿No es excitante?

Changmin miró al hombre fijamente y alzó una ceja. La televisión mostraba lo que parecía ser una película pornográfica casera. Un hombre totalmente grotesco embestía a un chico notoriamente menor de edad, joven, delgado. El chico gemía a todo pulmón y el hombre hacía unos asquerosos ruidos que ni siquiera podían categorizarse como gemidos. Era como un cerdo.

- Si tú lo dices.

El hombre se levantó y miró a Changmin de pies a cabeza. Cortó la distancia y lo acercó a sí mismo, presionándolo contra su cuerpo, acariciando su trasero. Changmin arrugó la nariz y resopló incómodo.

- ¿Sabes? – Sonrió – Siempre he deseado tener una película así, propia – susurró en su oído. Changmin alejó la mirada, sintiendo la humillación volver a recorrer su cuerpo - ¿No crees que sería delicioso grabar una? ¿Qué dices?
- Que estás loco – se alejó y se ordenó la camiseta – Ya te lo dije, está en las reglas. Nada de fotografías ni grabaciones extrañas.
- Oh, por favor – lo miró fijo. Changmin frunció el ceño.
- Dije que no. Ahora, apresúrate, no tengo mucho tiempo – curvó los labios y el hombre se encogió de hombros.

Pasado un rato Changmin se encontraba montando a su jefe, quien permanecía recostado en su cama, gimiendo y sonriendo lascivamente. Changmin daba saltos, sintiendo cómo el hombre entraba y salía de él. Este masajeaba su trasero y gemía, deleitado por los falsos gemidos de placer de Changmin.

- ¿Te gusta? – se movió hacia delante y gimió en su oído, pues sabía que aquello le calentaba de sobremanera. El hombre gimió más fuerte y apretó su trasero con sus manos.
-
Siguió dando saltos sobre él. No sentía dolor, no sentía nada más que una leve incomodidad, pues ya se había acostumbrado. Miró de un lado a otro disimuladamente, algo extrañado. Se había sentido incómodo desde que había llegado, pues sentía que algo diferente había en la habitación. Changmin era una persona muy detallista, y con atención podía notar hasta el más pequeño detalle. Siguió gimiendo para que el hombre no notara nada extraño de su parte. Fijó su vista en la cómoda a un lado de la cama, notando que de ahí venía lo extraño. No supo qué era, a simple vista no se notaba nada distinto. Changmin intentó mirar con más atención, pero no pudo seguir observando pues, antes de darse cuenta el hombre se movió y cambió posiciones, acostándolo y ubicándose sobre él, entre sus piernas. Comenzó a embestirlo con fuerza, gimiendo. Changmin soltó un leve grito, sintiendo algo de dolor por la posición. El hombre puso las piernas del menor  sobre sus hombros para adentrarse más en él. Changmin cerró sus ojos con fuerza y apretó sus labios. En esa posición la penetración le parecía aún más dolorosa. Unos segundos después el hombre estaba teniendo su orgasmo, gimiendo y gruñendo.

Changmin soltó todo el aire de sus pulmones cuando el hombre salió de su interior, satisfecho. Se quedó un rato recostado, acostumbrándose a la extraña sensación que le quedaba cuando terminaba de hacerlo con él. Se sentía abierto e incómodo. El hombre le tiró el dinero a un lado.

- Ya puedes irte – comenzó a arreglar su ropa. Changmin se enderezó sin decir nada.

Cuando habían comenzado con este negocio, otra de las reglas que Changmin había impuesto era “Nada de conversaciones innecesarias ni antes ni después del sexo. Cuando terminemos simplemente me pagarás y me iré”. Lo bueno era que el hombre se calentaba tanto con Changmin, y sus ganas de acostarse con él eran tantas que, como un cachorrito sumiso, obedecía todas las órdenes sin decir nada.

Aquello, honestamente, le había hecho dudar siempre de él.

Cada vez que caminaba de vuelta a su hogar se sentía completamente observado. Como si todos supieran lo que hacía. Al llegar a su casa su padre se encontraba dormido en el sofá, un montón de latas de cerveza a su alrededor. Changmin corrió a darse una ducha, intentando limpiar su cuerpo. Al salir tomó su teléfono celular nuevo, aquel que su hermana había insistido en comprarle con el dinero que él le había dado, pues debían estar en contacto ("Dijiste que usara el dinero en lo que quisiera, y quise comprarte esto" le había dicho) y la llamó, diciéndole que ya podían volver pues ya estaba en casa. No pasó mucho para que sus hermanas estuvieran de vuelta.

Notó que su sudadera estaba rota en uno de los bolsillos. Suspiró, pues era su prenda favorita, se sentó en la cama con aguja e hilo en mano y comenzó a repararla. Debía hacer eso con cada una de las ropas que tenía. Nunca se compraba ropa, le parecía un gasto innecesario, más aún cuando ya tenía lo suficiente. Prefería que sus hermanitas tuvieran todo lo que necesitaran, a él no le afectaba en nada llevar una camiseta rota, pero sabía que a sus hermanas sí les afectaría. Eran chicas y debían verse bien. Cuando dieron las nueve de la noche sus padres comenzaron a discutir, gritándose insultos y cosas que Changmin preferiría no oír. Sigilosamente se movió hasta la habitación de sus hermanas, encontrándose con ambas intentando estudiar, aún con los gritos de sus padres.

- ¿Están bien? – preguntó sentándose en la cama. La menor de las dos se encogió de hombros restándole importancia.
- Estamos acostumbradas.
- Lo sé – respondió curvando los labios – Oigan, ¿Recuerdan esa película que tanto querían ir a ver? Podríamos ir los tres a verla – sonrió y el rostro de la mayor de las dos se iluminó.
- Pero ¿Y si nos descubre papá? – preguntó la menor, emocionada.
- No lo hará, no se preocupen. Yo las llevaré, es una promesa – sonrió y ambas asintieron con una sonrisa.

Se quedó con ellas hasta que la pelea de sus padres se detuvo. Siempre que peleaban las acompañaba en su habitación por si a su padre se le ocurría ir a molestarlas. Jamás había pasado, pero si el desgraciado ya había golpeado a su madre no le extrañaría que lo intentara con sus hermanas (Changmin ya había salido golpeado muchas veces por defender a su madre).

Miró la hora, ya eran las doce de la noche. Sus hermanas se habían dormido hacía bastante rato.  Se acercó a la puerta con llave en mano y la cerró desde dentro. Dejó la llave sobre la mesita junto a la mayor de sus hermanas y salió por la ventana, sujetándose de las tablas, entrando a su propia habitación. Era la forma que tenía de protegerlas. Al entrar a su propia habitación cerró también la puerta con llave y se acostó para dormir. Tuvo que dormir boca abajo esa noche, pues el sexo con el hombre le había dolido esta vez.

Sin darse cuenta soltó una solitaria lágrima antes de dormirse, sintiéndose avergonzado por todo aquello a lo que debía someterse. A veces realmente deseaba morir.

--


Había pasado un mes desde la última vez que había ido donde el viejo para conseguir dinero. Todos los días el desgraciado comentaba cosas sobre la forma en que Changmin conseguía ese dinero. Aseguraba que traficaba o que robaba, diciendo “Esta rata no sirve para nada bueno. Es imposible que consiga dinero de una forma noble”.

Changmin se sentía basura cada vez que oía aquello, porque muy a su pesar… en cierto modo era cierto. Se acostaba con un hombre veinte años mayor para conseguir dinero. Aquel dinero sucio que le avergonzaba sostener en sus manos. Lamentablemente la desesperación no le había permitido otra cosa. En todo ese tiempo había intentado conseguir otro trabajo, pero nada funcionaba.

Entró a la casa del hombre cuando este abrió la puerta. Al instante sintió algo raro en el aire, y su nariz comenzó a picar. Aclaró su garganta repetidas veces.

- Ugh – se quejó tapando su nariz. Su garganta comenzó a picar.
- ¿Pasa algo? – preguntó el hombre como si nada ocurriera. Changmin negó con la cabeza repetidas veces.
- No, hm… No – aclaró su garganta una y otra vez, y volvió a toser con fuerza – Hay… algo raro en el aire – habló con voz rasposa. El hombre se mostró algo asombrado.
- ¿En serio? No siento nada – dijo.

Changmin tosió con más fuerza y aclaró su garganta - ¿Tienes… algo de beber? – preguntó apenas. No confiaba en ese hombre, y en situaciones normales jamás confiaría en beber algo que él le diera, pero este era un caso extremo, y si realmente no bebía algo pronto moriría ahogado o algo así.

- Claro – sonrió el hombre y caminó a la cocina. Changmin carraspeó unas cuantas veces más. Su garganta picaba y estaba seca. No entendía cómo el hombre no sentía nada, si él apenas había entrado sea lo que sea que hubiera en el aire le había hecho efecto. El hombre volvió con un vaso y se lo dio.

Changmin lo recibió apurado, bebiendo un gran sorbo sin siquiera detenerse a ver qué era lo que le había dado. En seguida arrugó la nariz e hizo un fuerte sonido de asco – Ugh, esta cosa es… - se quejó. Era el licor pestilente del bar. El aroma era muy fuerte y el sabor era asqueroso. Ahora sí que no entendía cómo todos los ebrios del bar disfrutaban bebiendo eso. Quiso devolverle el vaso, pero curiosamente el ardor de su garganta disminuyó considerablemente con el simple sorbo. Se encogió de hombros y volvió a beber. Sea lo que sea que tuviera ese licor debía ser mágico.

- Vamos a la habitación, quizás ahí esté más ventilado – dijo el hombre y Changmin asintió, sin dejar de beber del vaso.

Al dar un paso dentro de la habitación un leve mareo se apoderó de su cuerpo, haciéndole sentir que la habitación se movía. De inmediato una fuerte ola de calor le hizo soltar el vaso, el cual se quebró al contacto con el suelo de madera.



- Pero qué… - susurró, sintiendo el cuerpo volvérsele cada vez más ligero y débil. El hombre se giró a verlo.
- ¿Hmm? ¿Pasa algo? – preguntó apoyando una mano en el hombro de Changmin. Este sintió un fuerte escalofrío recorrer su cuerpo ante el toque, y asustado se alejó.

Su piel cosquilleaba y su lengua picaba levemente. Llevó una mano a su frente, limpiando el sudor que comenzó a formarse sobre su piel por el aumento repentino de su  temperatura corporal. Su rostro ardía. Comenzó a sentirse extraño, incómodo… Excitado.

- ¿Qué diablos me diste? – preguntó asustado, respirando con dificultad, y cuando el hombre puso en su hombro Changmin volvió a alejarse de inmediato, sintiendo el mismo escalofrío - ¡No me toques! ¿Qué diablos me hiciste? – se quejó. El hombre lo tomó del brazo y lo empujó sobre la cama. Changmin intentó moverse, pero el hombre subió sobre él, aprisionando con fuerza sus muñecas con una mano. De pronto la fuerza de Changmin había desaparecido por completo.
- Quiero que tú también disfrutes - relamió sus labios. Changmin intentó soltarse, su respiración se agitaba y su piel cosquilleaba.
- D-déjame - se removió bajo su cuerpo, resistiéndose. Con la mano libre el hombre comenzó a frotar el pecho del menor, apretando uno de sus pezones por sobre la camiseta. Changmin soltó un gemido ahogado y se sonrojó al instante.

El hombre lo tocaba, y cada toque se sentía diez veces más intenso. La sensibilidad de su piel había aumentado, y odiaba eso. El hombre era grotesco y asqueroso, y que cada toque le hiciera sentir placer era horrible. El hombre comenzó a tocar su entrepierna, la cual sin remedio despertó al instante - Ahh, así me gusta más - murmuró al verlo. Las olas de calor aumentaban.

"No, no puedes excitarte con este desgraciado, Changmin" pensaba desesperado, sintiendo su piel arder ante cada toque. Y él no quería sentirse así, de verdad no quería. Algo en ese licor debía tenerlo así.

- ¡Basta! - le gritó desesperado, sintiendo sus ojos humedecerse miserablemente. - ¡¿Qué fue lo que me diste?!

El hombre comenzó a reír, y de un momento a otro Changmin se encontró esposado a la parte superior de la cama. Eran un par de esposas de utilería erótica. "No otra vez" pensó asustado, recordando la violación.

- Siempre soy yo el que disfruta, Changminnie - se alejó y comenzó a desvestirlo lentamente - Y como has sido bueno pensé que merecías también pasarlo bien - sonrió al terminar de quitarle los pantalones y subirle la camiseta lo suficiente. Hundió su lengua en su ombligo y Changmin gimió, cerrando sus ojos con fuerza, sintiendo su rostro caliente. El hombre se alejó - ¿Por qué crees que los ebrios del bar  beben tanto de este licor? - preguntó bajándose de la cama, caminando hasta un cajón. Changmin lo miró desde su lugar. El hombre se acercó y le sonrió - es uno de los mejores afrodisiacos, ¿Sabes? Muy bueno, intensifica el sexo hasta diez veces. Sólo un roce y ya la tienes completamente erguida - rió deslizando sus dedos por el miembro de Changmin. Este se aguantó el gemido.
- Desgraciado - murmuró apenas, con los ojos entrecerrados.

Cerró sus ojos con fuerza al sentir que la mano del hombre envolvía su miembro. Odiaba sentirse tan excitado, pues el placer que sentía no era para nada agradable. No, le daba nauseas. Sintió que le ponía algo, y al mirar se encontró con que efectivamente un pequeño artefacto con una cinta rodeaba su erección. No sabía qué era. Su cuerpo temblaba. El hombre tomó otra cosa con su mano (cosa que no alcanzó a ver) y lo metió en su entrada. Changmin dio un fuerte salto.

- ¡Déjame! ¡Te dije que habían reglas, maldito desgraciado degenerado! - le gritó sonrojado, tirando de las esposas. El hombre, aún con una sonrisa, se bajó de la cama frente a él, con algo entre sus dedos.
- Ahora vamos a ver cómo te retuerces y gimes de placer - agrandó su sonrisa, y sin dejar que Changmin protestara presionó el objeto entre sus dedos.

Un largo gemido-grito ronco salió de la garganta de Changmin al mismo tiempo que su espalda se doblaba con fuerza. Ambas cosas en sus partes bajas comenzaron a vibrar. El placer era... Horrible, insoportable, era demasiado. Lo odiaba. Tiró de las esposas con fuerza. El hombre comenzó a masturbarse mirando cómo Changmin se retorcía sobre su propio lugar, gimiendo con fuerza. Movía sus piernas intentando buscar alivio, pero era imposible. Le estaba costando demasiado respirar. Cada sensación en su cuerpo era demasiado intensa. Quería morirse.

- Oye, no es necesario que gimas tan fuerte, sé que se siente bien - lamió sus labios y se ubicó sobre Changmin - Tendré que hacerte callar o nos descubrirán - se movió hasta quedar sobre su pecho, casi en su cuello, sus piernas a cada lado de sus hombros. Changmin alejó el rostro al sentir el miembro erecto del hombre rozar su rostro - Vamos, abre la boca, no seas así - tomó su miembro con su mano y lo acercó a su rostro. Changmin apretó sus labios - Oh, conque así nos vamos... - alzó una ceja - Ok - alzó el pequeño control para que Changmin lo viera. - ¿Qué pasa si... incrementamos la intensidad? - sonrió y giró la perilla. Changmin soltó ahora un gemido más agudo y comenzó a convulcionarse, moviéndose de un lado a otro. El hombre, aprovechando que Changmin había abierto su boca metió su miembro, comenzando a embestir contra ella. Changmin cerró sus ojos, emitiendo ruidos ahogados. De sus ojos brotaban lágrimas. El hombre gemía, embistiendo con rapidez. Changmin no podía hacer nada.

Fueron sólo unos minutos más para que Changmin comenzara a gemir más fuerte y se moviera de un lado a otro. Su cuerpo se tensó y se corrió con fuerza, ensuciando con su semen su propio vientre y parte de las sábanas. El hombre sacó su miembro de su boca y continuó frente a su rostro, corriéndose en él tras unos largos gruñidos. Jadeó con fuerza unos instantes, y tras un rato disfrutando la imagen de Changmin aún sufriendo espasmos, decidió apagar los vibradores. Changmin continuó temblando largo rato.

- Hijo de puta - susurró apenas, sin moverse, mientras el hombre le quitaba los juguetes sexuales. - Hijo de la grandísima puta, cochino traidor, degenerado - escupió el semen de su boca. El hombre le quitó al fin las esposas, pues sabía que con la poca fuerza que Changmin poseía no podría hacer nada.  Changmin se enderezó lentamente, apoyándose en sus brazos débiles. Se sentía tan humillado, usado. La rabia que sentía en ese instante era infinita. Se enderezó molesto y le extendió la mano -Dame el dinero, ahora.
- Oye, tranquilíza…

- ¡EL DINERO! – gritó a todo pulmón sintiendo sus ojos húmedos. El hombre le extendió el fajo de billetes. Changmin se levantó y comenzó a vestirse – Es la última vez. La última vez que hago esto – se puso los pantalones y los zapatos. Se acomodó la camiseta y la sudadera.

- ¿Perdón?

- ¡Esto se termina aquí, maldita sea! Te sobrepasaste. Rompiste las reglas – guardó el dinero en su bolsillo – Ahora vete al diablo maldito violador – pasó por su lado, dándole un empujón débil, pues su cuerpo aún se sentía debilitado por esa maldita cosa que le había hecho beber.

Caminó hasta llegar a la sala, y al ver a una mujer sentada en el sofá tejiendo abrió sus ojos de par en par. La mujer era su esposa. Esta se giró a verlo, con tristeza en sus ojos. Changmin sintió su rostro sonrojar y su pecho apretarse. Era un desgraciado. Ese hombre lo era por engañar a su esposa, pero Changmin lo era aún más por saberlo y aún así acostarse con él. La miró a los ojos, pronunciando un silencioso “Lo siento” y salió apurado de la casa.

Sintió ganas de llorar apenas salió del lugar. Se sentía tan, tan avergonzado. Acababa de tener un orgasmo con él, con esa cosa. Aquello le hacía sentir horrible, y aunque no había sido voluntariamente (a fin de cuentas el desgraciado lo había drogado) se sentía sucio. Jamás podría quitarse esa suciedad. Ahora sí que había tocado fondo.

Al llegar a su casa su padre lo recibió enojado. Intentó decirle algo, comenzar a criticarlo como siempre lo hacía, pero Changmin no andaba de humor para oír sus gritos, así que sin aguantar más estalló.

- ¡Déjame tranquilo, maldito ebrio! ¡Al menos hago algo para mantener este miserable hogar, porque tú y mamá no sirven absolutamente para nada!

El hombre enrojeció de ira, pero antes de que pudiera decir algo corrió a su habitación y se encerró. Se miró al espejo con repudio. Jaló de su cabello entrando en una profunda desesperación. ¿Cómo diablos había llegado a esto? Llevaba dos años acostándose con un hombre por dinero. Había llegado a la prostitución para poder mantener a su familia, pues el desgraciado que se hacía llamar su padre sólo había servido para fecundar los óvulos de su madre y así darles la vida. Honestamente habría preferido que ambos jamás se hubieran conocido. Así ninguno de los tres habría nacido y no estarían sufriendo tanto como ahora.

Debía olvidarlo si quería seguir adelante.

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Era curioso cómo el tiempo pasaba a velocidades increíbles cuando hacías cosas productivas. Recientemente había conseguido un pequeño trabajo decente. No ganaba mucho, pero al menos el dinero que ganaba era limpio. De una u otra forma el hombre había conseguido su número, así que solía llamarlo o enviarle mensajes de texto preguntándole cuándo volvería a su hogar. La última vez había contestado y le había gritado “¡Déjame tranquilo, cerdo violador!” . La gente lo había mirado extraño, sí, pero al menos el desgraciado había dejado de llamarlo.

No fue hasta una mañana en que se dirigía a hacer las compras en que volvió a encontrarse con él. El problema era que… no estaba solo. Caminando por las calles cargando unas cuantas bolsas había visto a lo lejos una silueta familiar. Rió al notar que se trataba de su hermanita menor, quien miraba con atención desde afuera una librería. Aceleró el paso para encontrarse con ella, cuando vio a un hombre acercándosele.

Era él.

Frunció el ceño al ver que le preguntaba algo. Su hermana, incómoda, había negado e intentad alejarse, Changmin siempre le había dicho que no hablara con extraños. El hombre la había tomado por el hombro, con una sonrisa. Changmin sintió la rabia apoderarse de él.

Cuando se dio cuenta corría a toda velocidad hacia él, y sin dejarlo reaccionar le dio una fuerte patada en la entrepierna.

- ¡Qué diablos crees que le haces a mi hermana! – le gritó. Su hermanita, al verlo, se abrazó a él con fuerza, asustada. El hombre se enderezó y lo miró con odio – Maldito degenerado.
- Tiempo sin verte, Changmin – rió el hombre. La gente a su alrededor se detuvo a mirar por el escándalo. Changmin frunció el ceño.
- Vete al demonio, si vuelves a acercarte a mis hermanas te juro que no volverás a ver la luz del sol.
- Sí, claro – rió él.  Abrazó a su hermana y, tras una mirada asesina, se giró, comenzando a caminar e ignorando completamente al hombre que volvía por donde había llegado.
- ¿Quién era él, Changmin? – preguntó su hermana sin soltarse de él. Changmin le sonrió.
- Nadie, no te preocupes.

Siguieron caminando. Changmin no pudo evitar sentirse preocupado desde ese día. Sentía que algo haría ese desgraciado.

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Llegó del trabajo a la hora de almuerzo, pues le habían permitido salir antes. Al sacar la llave de su casa se sintió raro. Tenía un mal presentimiento. Miró a todos lados, pero no vio nada. Se encogió de hombros y entró a la casa, dirigiéndose automáticamente a su habitación. Estuvo unos minutos ahí, separando el dinero para las distintas cosas de la casa: las cuentas, la comida, dinero para sus hermanas y los medicamentos para la depresión de su madre (buen momento para caer en depresión). Últimamente sus días habían estado siendo más tranquilos, y se sentía levemente contento. Sus padres habían dejado de pelear durante varios días y le estaba yendo bien en el trabajo. Pero en el fondo de su corazón sentía que tanta cosa buena junta no era normal.

Algo debía pasar.

Sintió un grito ensordecedor provenir de su padre, gritando su nombre. Tomó todo el dinero y lo metió en su escondite, algo alarmado. Algo malo había pasado. El hombre continuó gritando su nombre a todo pulmón, “¡Shim Changmin, ven aquí ahora mismo!” .

Bajó las escaleras y fue hasta la sala donde su padre se encontraba. Su padre miraba la televisión fijamente, con el rostro rojo de ira y la vena de su frente a punto de estallar. Changmin sintió sus piernas temblar.



- ¿Pasa… algo? – preguntó apenas. Notó recién en ese momento que su madre se encontraba a su lado, llorando en silencio.
- Qué mierda significa esto.

Changmin se acercó temeroso. Sus piernas temblaban. No sabía por qué, pero sabía que era algo horrible. Miró la pantalla de la televisión, donde un video se reproducía. Sintió su rostro palidecer y sus ojos se abrieron completamente. Su boca se abrió, pero nada salió de ella.

- ¡QUÉ MIERDA SIGNIFICA ESTO!

Changmin sintió sus ojos humedecerse de inmediato. Era él. El del video era él, y el hombre con el que se acostaba. Lo había grabado a escondidas, y ahora le había enviado el video a su padre. Fue esa tarde en que se había sentido incómodo mientras estaba con él. Recordó la posición de los muebles en la habitación (Changmin tenía muy buena memoria) y quiso morirse. Efectivamente, por el ángulo de la grabación, este había sido grabado desde el cajón de ropa junto a la cama. Su padre volvió a gritarle, golpeando la mesa. El volumen del video sonaba fuerte. Podía oírse a él mismo gimiendo. Era vergonzoso. Era completamente humillante.

- N-No, yo no… - intentó decir, pero la mano de su padre impactó contra su mejilla derecha. Lágrimas brotaron de inmediato de sus ojos por el dolor que se apoderó de su rostro.
- ¡Maldito degenerado! ¡Maldito desviado, anormal! – le dio otro golpe. Changmin detuvo sus manos.
- ¡Basta! – oyó cómo alguien gritaba. Eran sus hermanas - ¡Papá, detente! – intentaron acercarse, pero Changmin les gritó.
- ¡Váyanse de aquí! ¡Váyanse! – intentó esquivar los golpes de su padre. Sus hermanas comenzaron a llorar.
- ¡No, quédense! ¡Miren esto! – se alejó de Changmin para indicarles la pantalla. Comenzó a reír - ¿No es lindo? ¡Miren la gracia de su hermano mayor!

Changmin se levantó para impedir que sus hermanas vieran. Le tapó los ojos a la menor, pero la mayor alcanzó a mirar la pantalla. Sus ojos se abrieron de par en par y tapó su boca. Miró a Changmin incrédula.

- Hermano… - susurró. Changmin, al ver su mirada, sintió cómo su corazón se partía en miles de pedazos.
- ¡¿Acaso eres enfermo?! – le gritó Changmin a su padre, desesperado - ¡Cómo puedes pedirles que vean eso!

El hombre se le acercó y lo tiró de un brazo, alejándolo de sus hermanas. En seguida le dio otro fuerte golpe en el rostro. Changmin sintió los golpes impactar su rostro con fuerza - ¿Quién es el enfermo aquí? – le dio un fuerte golpe, totalmente enrabiado. Entre los insultos y los llantos desesperados de sus hermanas podía oír aún el video en la televisión. Agarró del brazo a su padre para detenerlo.

- ¡LO HICE POR USTEDES! – gritó a todo pulmón. Su padre dejó de golpearlo al fin. Changmin cayó de rodillas al suelo, escupiendo sangre. Su padre le dio una patada, haciéndole caer.
- ¿De qué estás hablando?
- ¿D-De dónde crees que… salía el dinero para las cuentas y los medicamentos de mamá? Yo t-tuve… tuve que hacerlo – se enderezó lentamente, pero su padre volvió a darle una patada en las costillas, quitándole todo el aire. Changmin tosió con fuerza.
- ¿Estás diciendo que te acostaste con un hombre para conseguir dinero sucio? – lo miró con asco. Changmin se enderezó lentamente, soportando el dolor que los golpes le causaban. No dijo nada. Su silencio afirmó la acusación. - ¡Eres un enfermo! ¡Un enfermo y desviado, degenerado!
- ¡¿Ahora soy un enfermo?! ¡No dijiste nada del dinero cuando lo gastabas en alcohol, maldito ebrio! – le gritó enderezándose. Su padre volvió a golpearlo, pero antes de repetir la acción Changmin le dio un fuerte golpe en el rostro - ¡ME ACUSAS POR ALGO QUE HICE PARA MANTENER A ESTA FAMILIA! – le dio otro golpe. Su padre le devolvió el gesto.
- ¡ERES UN DEGENERADO!
- ¡AL MENOS HAGO ALGO POR USTEDES! – le dio otro golpe, comenzando a llorar. Cayó de rodillas, cansado, sin poder dar otro golpe más. Su espalda comenzó a moverse por los sollozos – Me rebajé a esto por ustedes. Mandé al diablo mi dignidad, sufrí dolor por ustedes, ¿Y así es como me pagas? ¡¿Golpeándome y tratándome de enfermo?!

Tosió con fuerza escupiendo más sangre. Su padre lo miró con asco. Lo tomó del cabello y lo obligó a levantarse. Le dio una mirada llena de odio y asco.

- No quiero verte más por esta casa. Vete, vete ahora si quieres vivir.
- ¡Papá! – gritó una de sus hermanas.
- ¡CÁLLATE! – Le gritó su padre y volvió a mirar a Changmin - ¡NO TE QUIERO VER, ASQUEROSO DESVIADO! ¡Y NO QUIERO TU COCHINO DINERO! – le dio un fuerte empujón. Changmin lo miró incrédulo. Lo estaba echando. Su padre lo estaba echando de casa luego de todo lo que había hecho por ellos. Sintió las lágrimas brotar con más fuerza.
- Papá… - susurró apenas. El hombre le dio un último golpe.
- ¡No vuelvas a llamarme así! No eres mi hijo, no perteneces a la familia, no mereces usar el apellido. ¡Vete antes de que te haga mierda!

Changmin esquivó el último golpe que su padre intentó darle. Se levantó y lo miró con odio. Su ojo derecho estaba hinchado, y sus labios se encontraban completamente magullados. Rió sin saber qué más poder hacer. Las lágrimas se mezclaban con la sangre que cubría su rostro. Movió su cabeza varias veces, y rasposamente susurró – Te arrepentirás…

Se levantó y sin mirar a nadie de su familia corrió fuera de la casa, comenzando a llorar con más dolor. Por el dolor físico que le causaban sus heridas, pero más por el dolor emocional que sentía.

Había sido usado. Había sido usado y desechado.

Su jefe era hombre muerto.

--


Caminó hasta un barrio de muy mala muerte, con el gorro de la sudadera cubriendo su rostro. Estuvo largo rato indagando por su cerebro hasta recordar la dirección de esa persona. Una vez, antes de ser violado y posteriormente comenzar a acostarse con su jefe, había salvado a un chico de una pelea que se había formado fuera del bar. Parecían ser dos pandillas bastante peligrosas, pero Changmin al ver al chico siendo golpeado no había dudado en ayudarlo. Desde adentro del lugar les había tirado un par de botellas de vidrio, las cuales al impactar contra sus cuerpos les habían causado varias heridas. Los tres tipos que golpeaban al chico en el suelo habían salido corriendo.

“Te debo un favor” le había dicho el chico tras levantarse y limpiarse la ropa, y tras decirle su dirección, asegurando que cualquier cosa que necesitara él la tendría, se había ido, pues al parecer la policía lo perseguía y no podía seguir mucho rato ahí.

Llegó a la dirección que le habían dado. Era un edificio del cual se oían peleas y golpes, mujeres gritando y niños pequeños y muy delgados corrían de un lado a otro en harapos. Changmin golpeó la puerta número 12, tal y como le había indicado el chico. Se demoraron unos instantes. Abrió el mismo tipo, con sus tatuajes y esa cicatriz profunda en su mejilla. Tardó un poco en reconocerlo por las heridas en su rostro, pero al instante abrió sus ojos, asombrado.

- ¡Vaya, eres tú! ¿Qué diablos te pasó, amigo?
- Larga historia – dijo Changmin serio, demostrando que realmente no quería (ni era necesario) hablar de eso - ¿Recuerdas que me debías un favor?
- Claro, soy hombre de palabra, hermano. Tú dices y yo cumplo – se cruzó de brazos. Changmin sonrió.
- Pues necesito algo, y sé que tú podrás dármelo – sonrió. El chico asintió y le indicó que pasara.

--


Golpeó la puerta tres veces lentamente, sintiendo el eco que causaba cada golpe en la entrada de la casa. Cinco segundos entre cada golpe. Pudo oír cómo los pasos pesados del otro lado se acercaban a él. La puerta se abrió, dejando ver al hombre, notoriamente más viejo que la última vez que lo había visto. El hombre abrió sus ojos, asombrado. De seguro no se esperaba esa visita.

Changmin sonrió.

- ¿Estás solo?

El hombre asintió atónito. Changmin relamió sus labios y sonrió de lado, dificultosamente por las heridas aún frescas en su rostro. El hombre desistió de preguntar, pues el gesto causó la reacción esperada. El hombre sonrió enormemente y abrió por completo la puerta, invitándolo a entrar.

Respiró tranquilo con las manos en los bolsillos. El hombre se mostraba ansioso, nervioso. Changmin le tocó el hombro con suavidad, haciendo que se girara. El hombre lo miró fijo.

- Ha pasado tiempo, ¿no? - susurró con una sonrisa, acariciando con sus dedos el hombro del más viejo, apretándolo con suavidad. El hombre asintió.
- Mucho, no esperaba que... - comenzó a hablar, pero Changmin lo interrumpió posando un dedo sobre sus labios.
- Me di cuenta de algo... - se le acercó lentamente, como acechándolo. El hombre abrió sus ojos.
- ¿Q-Qué cosa? - tartamudeó. Changmin sonrió más.

Se le acercó pegándose más a su cuerpo. Deslizó su mano por su pecho hacia abajo con lentitud. Una lentitud casi dolorosa. El hombre tragó saliva. Changmin acercó su rostro al del otro y pegó sus labios a su oreja, suspirando, dejando salir el aire caliente.

- Quiero... - habló con voz ronca, haciendo al hombre temblar - que... - relamió sus labios, soltando un suspiro - me folles... - dijo al fin, deslizando su mano hasta su entrepierna, presionándola. Lamió con lentitud su mandíbula con una sensualidad casi ficticia.
- ¿Qué? - respondió apenas, anonadado. Las caricias de Changmin se detuvieron.

Se miraron fijamente. La intensidad en los ojos de Changmin quemaba. Sus facciones varoniles resaltaron como nunca antes lo habían hecho. El hombre lo miró acongojado.

- Fóllame - habló en seco, y sin dejarle siquiera reaccionar se le lanzó encima, atrapando por primera vez en los dos años que llevaban haciendo eso con su boca en un salvaje beso que le quitó el aliento.

Lo arrastró hasta la habitación sin siquiera dejarlo respirar, y lo empujó con fuerza sobre la cama. Se arrastró sobre él a horcajadas y se sentó sobre sus caderas, dejando cada larga pierna a un lado de estas, y desde arriba lo miró con una sonrisa llena de lujuria. El hombre lo miró a los ojos, los propios bien abiertos y sus labios temblorosos. Changmin deslizó sus manos por su pecho, quemando cada centímetro que tocaba, y sin importarle abrió la camisa con fuerza de un tirón. Los botones saltaron por todos lados. Changmin se inclinó y comenzó a lamer y chupar sin pudor alguno sus pezones. El hombre gimió sin esperarse eso. Changmin movió las manos con agilidad, tocando su pecho y todo lo que alcanzaba estando en aquella posición, sin dejar de besar y lamer. Sin hacerse de rogar comenzó a mover sus caderas, sintiendo cómo de a poco el miembro del hombre comenzaba a endurecerse bajo suyo. El hombre se agitó. Changmin dejó su pecho y comenzó con su cuello, mordiendo y lamiendo casi con desesperación su piel. El hombre puso sus manos en sus caderas, acercándolo a él. El más joven movió con aún más sensualidad sus caderas, como una serpiente, comenzando a gemir desvergonzadamente, sabiendo que aquello calentaba aún más al hombre. Sus movimientos se hicieron más fuertes, como si realmente estuviera siendo penetrado. El hombre comenzaba a enloquecer por el placer. Un suspiro salió de su boca cuando Changmin se alejó.

- Vaya... Estás tan duro - relamió sus labios sin dejar de mover sus caderas. El hombre lo miró con los ojos entrecerrados y una sonrisa de total excitación. Changmin llevó su mano derecha a su bolsillo, mientras que con la otra se retiró el cabello de su frente, echándolo hacia atrás, sin dejar de mover sus caderas.

Y cuando el hombre pestañeó lentamente, sintiendo el placer recorrerlo, Changmin sacó la mano de su bolsillo. Una risa llenó el lugar. El hombre palideció.

- ¿Pasa algo? - sonrió. Era la sonrisa más diabólica que el hombre haya podido ver en su vida. Changmin presionó el frío metal de la pistola negra y reluciente contra su frente. La sonrisa creció -¿Qué pasa? Te ves tan pálido - se hizo el inocente, acariciando su mejilla con la mano libre. El hombre tembló.
- O-oye, espera... - intentó moverse. Changmin apretó con más fuerza la boca de la pistola contra su frente.
- No hables - dijo con voz grave, serio.
- C-Changmin, yo...
- NO. HABLES. - repitió sin cambiar su expresión ni siquiera un poco. Aquello atemorizó aún más al hombre, quien simplemente obedeció.

Hubo un momento de largo silencio, donde lo único que se oía era la agitada respiración del hombre. Changmin lo miró fijamente sin alejar el arma de su frente. El hombre temblaba miserablemente, como un bebé. Changmin al ver su expresión de miedo comenzó a reír a carcajadas, llenando la habitación.

- Te ves tan miserable en este momento - murmuró entre risas, relamiendo sus labios una vez más. El hombre tragó saliva.
- Oye - dijo tembloroso - Oye, por favor, no nos tomemos las cosas tan deprisa - rió nervioso. Sus ojos se mantenían bien abiertos y su rostro aún estaba pálido. Estaba sudando. Se estaba muriendo de miedo - Por favor, conversemos las cosas. No nos precipitemos - dijo con una sonrisa llena de terror. Changmin le dio un fuerte puñetazo en la mejilla. Un diente cayó al suelo. Volvió a apretar el arma contra su frente.
- Conque hablar - repitió divertido, aún sentado sobre él. La erección del hombre había desaparecido hacía bastante rato - Hablar. Qué curioso. ¿Acaso quisiste hablar las cosas antes de violarme ese día? - sonrió enormemente. Aquella expresión volviéndose cada vez más diabólica. El hombre tembló con más fuerza.
- Por favor - rogó comenzando a lloriquear.
- ¿Acaso te importó el dolor que me hiciste sentir esa vez? ¿El daño que me causaste? ¡¿LO ASQUEROSO QUE FUE ACOSTARME CON UN BASTARDO COMO TÚ DURANTE TODO ESTE TIEMPO?! - le gritó escupiendo sobre su rostro. Sus ojos se mantenían bien abiertos. La sonrisa se había borrado de su rostro. El hombre presionaba su cuerpo contra el colchón de la cama, intentando de alguna forma alejarse de esa diabólica figura en la que se había convertido Changmin.
- Perdóname... Por favor, perdóname - lloró el hombre bajo su cuerpo. Changmin lo miró incrédulo.

Una nueva carcajada llenó la habitación. El hombre cerró sus ojos con fuerza cuando Changmin dio un disparo hacia el lado, perforando la pared. Volvió a apuntar su frente de inmediato.

- Perdón. Qué curioso término - sonrió Changmin acercándosele. El hombre se alejó lo más que el colchón le permitió - Me pregunto... Cuánto demorará una bala en atravesar su pequeño e inservible cerebro - sonrió moviendo la pistola en su frente, presionándola sobre su piel, arrastrándola. El hombre abrió más sus ojos. Continuó llorando.
- ¡Por favor! - le gritó - ¡Tengo una familia!

La sonrisa en el rostro de Changmin se borró por completo. Sus ojos se abrieron y sus labios se apretaron. La rabia se apoderaba de él.

- Una familia - dijo incrédulo - Una familia - repitió, comenzando a reír - ¡Una familia! - rió con fuerza un buen rato. Volvió a ponerse serio - Una familia, ¿Y qué hay de la mía? Primero arruinas mi vida con una asquerosa violación que me impidió ponerme de pie durante semanas. Luego me humillo para conseguir dinero para ESA familia, ¿Y qué haces tú? - apretó con más fuerza la pistola contra la cabeza del hombre. Aquello probablemente le causó gran dolor, pues el hombre se quejó con fuerza - Te diviertes grabándome a escondidas y enviándole videos a mi padre ¿No? Te diviertes logrando destruir lo poco que quedaba de una familia. Logrando hacerme quedar horrible. Logrando que ese desgraciado me golpeara y me echara de casa. ¿Disfrutaste haciendo eso? ¿Disfrutaste viendo esas grabaciones, maldito degenerado? ¿Ah?

El hombre negó con la cabeza eufóricamente.

- ¡MENTIROSO! - vociferó y le golpeó con fuerza el rostro con el mango de la pistola - ¡ASQUEROSO, MENTIROSO HIJO DE PUTA! - continuó golpeándolo con fuerza, deformándole el rostro con cada golpe. El hombre gritó a todo pulmón, intentando quitárselo de encima. Changmin le escupió en el rostro con asco y tras unos segundos respirando agitadamente, cambió su expresión a una de total serenidad.

Suspiró con fuerza. El hombre respiró con dificultad, quejándose por las heridas que Changmin le había causado. Alejó el arma y suspiró una vez más. El hombre continuó llorando, aparentemente aliviado al dejar de sentir la fría pistola contra su piel.

Changmin lo miró serio, sin expresión. Levantó el arma una vez más, el hombre emitió un sonido ahogado, y presionando la pistola contra su frente una última vez, susurró:

- Nos vemos en el infierno, maldito hijo de puta.

Y cuatro disparos seguidos le volaron el cráneo. La sangre saltó por todos lados. Su rostro quedó cubierto de rojo, también sus manos y su ropa. Respiró agitado con los ojos bien abiertos, mirando fijamente el rostro ahora irreconocible del hombre frente a él. Se levantó y lo miró por última vez. Chasqueó la lengua repetidas veces al notar su pantalón húmedo y sucio por la orina y el excremento, por el miedo. Lo miró una última vez y, levantándole el dedo del medio, dejó la habitación.

Se puso el gorro de la sudadera y subió el cierre hasta el cuello, cubriendo la sangre en su camiseta blanca. Metió las manos a sus bolsillos, sin soltar el arma ensangrentada, y como si nada hubiera pasado jamás cerró la puerta de la casa, comenzando a caminar con rapidez.

Ahora... Todo terminaría con esos disparos.

--


Se encontró caminando por un callejón muy sucio y pestilente. La sirena de la policía sonaba por todos lados, se oían disparos por aquí y por allá. Perros ladraban y el sonido de la humedad llenaba sus oídos. Apretó el arma entre sus dedos y se sentó en el suelo húmedo de cemento. Puso su atención en un par de gatos que peleaba entre la basura. Los ahuyentó con un ruido.

No podía creer que había sido capaz de llegar a ese punto.

- Te vendiste durante dos años – se dijo a sí mismo, mirando la pistola negra que había conseguido – Aguantaste humillaciones, fuiste expulsado de tu propio hogar y mataste a un hombre – rió, la desesperación apoderándose de cada uno de su sentidos. No podía creerlo. Acababa de matar a un hombre, y no sentía ningún tipo de arrepentimiento.

Miró al cielo. Las nubes cubrían el cielo oscuro de la noche. Miró el arma, verificando que sólo quedaba una bala dentro de ella.

“Una bala será suficiente”  pensó, recordando todo lo que sabía de anatomía.

- Un disparo en la sien o un disparo en la garganta. Me pregunto cuál será más certero – suspiró, mirando el arma cuidadosamente. Intentó recordar algunos casos de los que había leído. - Si no apunto bien probablemente quede parapléjico o algo... - rió, pensando que aquello sería el colmo de la mala suerte. Rió divertido, y sin querer un sollozo se le escapó.

Lo mejor, definitivamente sería suicidarse.

- ¡Viviste miserable y morirás miserable, Shim Changmin! - habló en voz alta, moviendo la pistola hasta apuntar de forma correcta sobre su sien derecha, presionando el frío metal contra su piel magullada - Adiós, mundo miserable - sonrió con dolor, cerrando sus ojos con fuerza, dejando escapar una última lágrima.

Pero antes de apretar el gatillo y poner fin a todo, un disparo ajeno le hizo desviar la vista.

- Qué diablos...

Miró hacia la entrada del callejón, encontrándose con un chico alto. Traía una máscara que cubría la mitad de su rostro de... ¿Conejo? Si era un criminal aquello realmente le quitaba seriedad. Pero traía un arma. Hubo un momento de silencio. Se miraron fijamente y el hombre lo apuntó con la pistola. Changmin se levantó. Otro disparo se oyó fuera del callejón, desviando la mirada del chico. - Mierda - murmuró, y corrió hacia él. Changmin, asustado, disparó su  propia pistola sin mirar, gastando la última bala que le quedaba. Un gruñido provino del chico, le había dado en el brazo. Sujetando su brazo ensangrentado el chico murmuró algo. Changmin oyó un ruido. Miró hacia arriba, alguien bajaba rápidamente con una cuerda negra. Quedó de pie frente a él, se giró a mirar al chico lastimado, se volvió hacia Changmin y al comprobar que efectivamente él tenía el arma sonrió. Changmin sintió su estómago revolverse. "Qué lindos labios" pensó automáticamente. No reaccionó. El chico, también con una máscara, roció algo en su rostro. Changmin cerró sus ojos con fuerza, se sintió mareado. Lo último que vio fueron esos rojos labios gruesos formando una sonrisa.

Todo se apagó.

3 Comentarios:

  1. Hay por Diooos senti un hueco en mi corazón al leer la vida de Changmin hay dios espero que eso mejore aunque... por el principio lo dudo mucho gracias por esta historia ojala la actualizes pronto n.n

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  2. Anónimo5/29/2013

    Pobrecito!!!!!!!!!!! :´( ¿por qué siempre le toca sufrir a Minnie? ojalá las cosas mejoren para él :´( la historia está genial :D

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  3. dios pobre min... ese maldito basardo del padre ¬¬ como lo odio!! esto se pone bueno :3

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